Hay dulces que me divierten porque me dejan probar y crear sin reglas. Tengo una auténtica obsesión con la pasta choux: éclairs, profiteroles, paris-brest… me encanta hacerlos en todas sus formas y jugar con rellenos, craquelín o distintas coberturas.

También disfruto mucho con la masa de financiers. Es una base sencilla, pero admite de todo: fruta, frutos secos, especias o lo que se me ocurra en el momento.

Igual de versátiles son los roll cakes o bizcochos enrollados, las tartaletas, los cupcakes, las magdalenas o los muffins, que siempre permiten variar en rellenos y presentaciones.

Y luego están esos dulces que no necesitan cambios porque ya son perfectos por sí solos: un buen brownie bien chocolatoso o los clásicos pastelitos de arroz.